La pérdida de influencia política (aunque no militar) de Estados Unidos en América Latina, que el gobierno de Barack Obama tendrá como misión revertir, es una oportunidad para que Brasil incremente su influencia regional. Basándose en que su desarrollo se apoya en una componente industrial relevante respecto de Venezuela y otros países de la región, busca definir un liderazgo recomponiendo su fuerza militar, en un punto de conciliación con Washington y con cierta autonomía en cuanto a las potencias del norte.
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