
Eso revela algo muy grave: los partidos representan cada vez menos a una parte o segmento de la sociedad. Se representan a sí mismos. Se han convertido en clubes políticos destinados a beneficiar a sus socios. Viven separados de la base social, se precian de no tener ideología, sólo intereses, y en todo lo que hacen buscan, en primer lugar, reforzar su propio poder
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