El obispo Pere Casaldàliga, de 84 años, se ha visto obligado marcharse de su casa en São Félix don Araguaia e irse a más de de 1.000 kilómetros de distancia por indicación de la policía federal de Brasil. La huída ha sido a causa de la intensificación en los últimos días de las amenazas de muerte que recibe por su tarea durante más de 40 años en defensa de los derechos de los indios Xavante.
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